Lectura - La Fiebre del Heno



Stanislaw Lem (1921-2006) es un autor de ciencia-ficción muy inusual, pese a ser uno de los más destacados. Un autor que por desgracia nos ha abandonado hace relativamente poco. La Fiebre del Heno (1976),  sigue los mismos derroteros que La Investigación (más temprana -1959- y del mismo autor): se embarca en la investigación científica de una serie de casos policiales similares. El protagonista, un astronauta que ha sido descartado para viajar a Marte debido a su alergia al heno, sirve como conejillo de indias y narrador. Debido a su parecido con el perfil de las víctimas (todos hombres cuarentones, solteros), se ofrece como voluntario para seguir los mismos pasos que han seguido las víctimas (acudir de viaje a Italia, darse unos baños en un balneario, dormir en determinado hotel) con el fin de llamar la atención del asesino. 


No es pues una novela de ciencia-ficción, sino una ficción científica, donde el nudo de la novela es la propia metodología científica, y los problemas que se derivan de aplicarla al comportamiento humano. Ahí es donde brota el Lem más filosófico y sesudo, el que se preocupa de la metodología científica y de mandar ese mensaje que parece inscrito en casi todas sus obras: el mundo es un caos tan asombroso, que el hombre a duras penas puede ordenarlo, pero ha de servirse siempre de su muleta, la ciencia. 

El autor no deja lugar a la esperanza, para centrarse luego en un final acelerado, asombroso y peculiar donde resurge el  Lem más demente y surrealista, el Lem del Congreso de Futurología (1971), el autor que posiblemente mejor haya captado la locura.

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